
“Los pueblos que no tienen Historia tendrán dos horas seguidas de Matemáticas.”
Desde tiempos inmemoriales se ha considerado que el Rosarino le ha dado la espalda al río Paraná. Quizás sea ésta una de las razones por las cuales nadie los vio llegar a las playas de Náutico Avellaneda, confundidos quizás entre camalotales viajeros, con brumas espesas barridas por sudestadas sobre el amarronado Paraná.
Nadie los vio llegar. Disimulados en la arena húmeda es probable que como ramas inmóviles acecharan a socios para satisfacer sus instintos, de los más bajos y primarios.
No son pocos los que,- apoyados en teorías delirantes Favio Zerpa incluido – sostienen que son clonaciones de seres venidos de otras galaxias a fin de mejorar la especie humana.
¿De donde han llegado?
En el Salmo IV del libro de Saúl leemos textualmente “En aquel tiempo Adán le preguntó a Eva- Eva le preguntó a Cain- Cain le preguntó a Elena- Elena le preguntó a María- María le preguntó a Leguizamón ¿de donde salieron estos giles?
Un silencio generalizado invade las instalaciones de Náutico. Lo cierto es que están entre nosotros. Bienaventurados socios tomadores de mate, con bizcochos de grasa, que los ven pasar desde sus reposeras, jinetes del agua en sus briosos kayak, desafiando calores propios del Averno, ensanchando sus pulmones llenos de aires puro, con sus bíceps a punto de estallar, con sus nalgas atornilladas en el duro asiento tratando de equilibrar los embates del despiadado oleaje.
Fueron LOS CAIMANES sí señor, ellos fueron lo que destruyeron la margen derecha del río produciendo rajaduras definitivas en el parque España, cuyos muelles no soportaron el oleaje derivado de sus hercúleas paladas. Alguien los apodó “LOS CAIMANES” desechando el otro nombre sugerido “Los alegres amantes de la pala, la cerveza, el asado y la sunga que habitan el litoral cuna de la Bandera”, Nadie sabe el origen del nombre, ni sus fundadores : Manuel, Carlitos, Marcelo, Edgardo, El chino, Juanito , David, expulsado al sostener tozudamente que la cerveza “Aagtonstone” de Islandia era más espumosa, delicada y rubia que la nuestra, (la que lleva nombre de una tribu y de un equipo de fútbol). Sí, muy bien, acertó. Defensores de Aldosivi. Y “El chileno”, expulsado en forma definitiva y sin apelaciones, por sus nefastas intenciones de clavar una bandera de Chile en la piscina del club, argumentando- con mapas en la mano- que se trataba de un brazo subterráneo del Pacífico.
Un halo de misterio rodea a este grupo; por ahora no hay explicaciones lógicas, pero hay insomnes que sostienen que no son pocas las noches de luna que en “ El Biguá” se ven pasar kayak sin tripulantes , con palas que se mueven a ritmo y sostenidamente rumbo al Paraná viejo.
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