Y así, como quien no quiere la cosa, Patricia demostró su arteria poética, en tanto apoyaba su pala sobre su kayak
-¿Tá lindo el Río eh? – comentó en alta voz.
Porque convengamos esto, cualquier caimán puede decir ¿tá lindo el Río, eh? Pero dicho como ella dijo el tá, demuestra que maneja la síntesis como pocos, le pone el acento justo a su pregunta. Jerarquizando el tá sobre el resto de la oración. Todos percibimos que quiso decir ESTÁ, de donde surge en esta simplicidad aparente un amplio dominio de la metáfora y hasta de la parábola, de las imágenes visuales cromáticas. Por ese digo su arteria poética y no su vena poética.- Lo arterial es mas profundo
-¿Lees mucha poesía? Pregunto con un dejo de admiración, y como no podía ser de otra manera, contesto al instante, como encandilada o en estado de éxtasis.
- MUCHA.
Sentí una sensación indescriptible, quizás por el tono grave de su voz y que el caudal del Paraná lo desparramó por los sauces y enredaderas. Si hasta el benteveo apagó su canto.-
Y me anime a más – Aprovechando que había encontrado el momento y el lugar en que ella se explayara – porque debo reconocer que esta gente lleva la poesía, el verso, como el pan nuestro de cada día, pero también tiene sus excentricidades
- ¿Conoces a Juan L. Ortiz? – la interrogo poniéndola a prueba en tanto mi kayak obscenamente acariciaba con su babor el estribor del de ella-
- Si, pero hace mucho que no voy, generalmente llego a Granadero Baigorria – contesta al par que le daba aliento a su antiparras tratando de quitar el resto de camalote viajero.-
Entendía que Juan L. Ortiz no era poeta de agrado – raro pero no infrecuente, Raro porque “Juan L.” como se lo conoce en el ambiente ha sido el poeta que tuvo más de cincuenta años de trabajo construyendo servia y pacientemente su obra, sobre mitos de la región, el Río, sus pájaros y flores, pero bueno, no le ha tocado su punto “G” poético, son los misterios de la poesía – no a todos les gusta la cumbia villera
Y como boxeador a punto de noquear a su rival, le envío otro directo al mentón
-¿Leíste Los Clásicos?
-Obvio, de pequeña mi padre fue quien me empujo a leerlos -[nótese que metáfora ha usado] responde con un dejo nostalgioso - y me compraba toda la literatura que semanalmente se vendía en Kioscos, se explayaba cordialmente
- ¿recordás algunos nombres? – Le pregunte
- Desde ya: “El Grafico” fundamentalmente, “Mundo Deportivo”, “Goles” y mira de los clásicos que más me motivaron fue Racing contra Independiente, no sé porqué, si yo no soy porteña.-
Dios se apiadó de mí. Dios o la deidades de agua dulce, Manuel nos ordenó: “De Aquí derecho al Arroyo y bajamos al Club”
Como rebaño manso nos fuimos poniéndonos en movimiento – veo una botella flotando, es de vidrio, de caña colibrí, en su interior observo un papel, lo saco y lo leo:
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